miércoles, 27 de junio de 2012

EN BUSCA DE UN HÉROE


Mi economía, como la de muchos otros, empeora a pasos agigantados. En los últimos meses he visto mermado mi sueldo y aumentado las horas de trabajo. Estoy a punto de una quiebra total y no tengo a quién pedir que me rescate.

Las expectativas al respecto son cada vez peores, lo único positivo en este momento es que el sol sale más horas y la temperatura sube unos grados, lo que hacen agradables los paseos por los parques, las excursiones al campo y todo aquello que implique solamente un gasto de energía personal. 

Para colmo de males amenazan con subir los impuestos lo que acarreará una subida de precios a todos los niveles. Así que, si ahora tengo justico para ir al cine una vez al mes, después tendré que inventarme la película con actores, trama, escenarios y hasta la banda sonora. 

Ya me veo en los jardines de la taconera jugando a ser “Alicia en el país de las maravillas”, perdida entre las flores y hablando con los árboles. Sus ramas me contarán historias conocidas y, cuando caigan las hojas, la banda sonora de mi película retumbará en el parque como suena el eco  en la montaña, como suenan los sueños que nunca se olvidan. 

La vida es como una peonza girando sobre sí misma, aunque pensemos que avanzamos siempre estamos en el mismo sitio. Asustados por lo que se nos viene encima, el bombardeo de noticias sobre la crisis machaca nuestra cabeza, consiguiendo   impresionarnos como los martillos golpeando las piedras de las canteras que en el siglo trece servían para construir las catedrales. La inocente existencia de la gente se veía alterada hasta el punto de estar acongojados por las imágenes que adornaban los capiteles y en los pórticos de las iglesias amenazaban a los pecadores con el fuego eterno. 

Recuerdo que, de niña, mi héroe preferido era  el Capitán Trueno, caballero noble y bondadoso luchando contra la injusticia del malvado y la avaricia de los desalmados, valiente como el que más, siempre en defensa del desvalido y, por encima de todo, honrado. 


Después de tanto tiempo transcurrido me imagino al Capitán Trueno viejo, con los cabellos blancos y una barba hasta los pies, malhumorado, gruñón y repitiendo una tras otra  las mismas batallitas. Lo que está claro es que me he quedado sin un héroe al que pedir que me rescate y me salve de las garras del malvado de turno que amenaza con invadir mi tranquila y pacífica existencia.


Charo Ruiz

2 comentarios:

Homúnculo dijo...

Después de esta ducha de realidad, habrá que hacer algo, no? Pandilla querida, necesitamos un héroe para charo, para nosotros, para toda España, para el mundo... ¿Seremos capaces de crearlo y recrearlo, de darle vida, aunque sea durante unas cinco líneas (que pueden durar una eternidad...)?

El Mismo dijo...

Me ha encantado tu relato, Charo.