viernes, 4 de octubre de 2013

Ese olor a vida.




Ese olor a vida hizo que dejara de pensar en destruir y comenzara a sentir la necesidad de crear un mundo mejor. Allí estaba ella, con manchas y pegotes de sangre por todo su cuerpo. Llorando desconsolada ante la nueva situación de su vida independiente. Él abrazándola no podía más que temblar y comprender que todo había cambiado para siempre. Para bien.

Los segundos transcurrían sin hacerlo, en una foto que no quería ser video y que los dejaba retratados para la eternidad. El dolor había pasado, el sufrimiento fue. Era momento de contemplación, de respirar hondo y sentir la vida en sus brazos. Adiós a una existencia de odio y persecución. La vida cobraba otro sentido más profundo, crear un mundo más habitable, más humano, donde ella pudiera vivir y ser tan feliz como pudiera.